Segundas residencias en Olón ¿Estrategia de desarrollo?

 

SEGUNDAS RESIDENCIAS EN OLÓN ¿ESTRATEGIA DE DESARROLLO?

La zona costera del Ecuador se ha caracterizado por brindar espacios de ocio y recreación, tanto a locales como extranjeros; muchos de ellos han tomado la decisión de quedarse en las comunas apostadas en ella con base en la idealización de una vida de campo tranquila, cerca de la naturaleza. Este ha sido el caso de Olón, comuna de la zona norte de la provincia de Santa Elena. Sin embargo, ¿qué efectos ha traído la proliferación de las segundas residencias en la zona? La respuesta a esta pregunta, es parte de lo que se estudia en el trabajo de investigación titulado ¿El turismo como estrategia de desarrollo? Un análisis empírico desde la costa ecuatoriana. El caso de la comuna ancestral Olón, de autoría de la antropóloga Marie Lager, docente la carrera de Arqueología de la Espol.

 

Este estudio consiste en un trabajo etnográfico, que formó parte del trabajo doctoral de la autora, dónde se analizaron los resultados de la expansión de las segundas residencias en esta comuna y sus efectos socioeconómicos, a partir de la observación participante, entrevistas y la realización de conversaciones informales. De acuerdo a ella, existen algunos fenómenos que se han dado a partir de la actividad de urbanización, construcción y venta de viviendas: gentrificación, segregación espacial, aumento de los precios de tierras y precariedad laboral.

 

En cuanto a la gentrificación, proceso que desplaza a los residentes habituales, generalmente los más pobres, hacia la periferia por la reconstrucción o renovación de una zona urbana, su génesis se dio en los años 50, a causa de las sequías de la época, lo que provocó que los lugareños abandonen sus tierras en busca de mejores días, o en su defecto, que las cedan a cambio de dinero para poder sustentarse. Esta entrega de tierras se justificaba como un beneficio para la comunidad, de acuerdo a lo que indican los comuneros de la zona, esperando que, a los foráneos que se les otorgaba la tierra, devuelvan algún beneficio hacia ella. Así, de acuerdo al estudio, se crearon alianzas entre comuna y actores externos y, aunque la comuna dependía de los ingresos externos, su autonomía se mantenía y se mantiene, si la propiedad colectiva y los derechos de uso y usufructo son reconocidos. Sin embargo, dicha visión colectiva, según informan los locales, cambió, dando paso a que el residente foráneo asegure la tierra convirtiendo su derecho de posesión en escritura pública, desconociendo la propiedad comunal.

 

Otra de las consecuencias de la urbanización y construcción de proyectos inmobiliarios, ha sido la segregación espacial. Pese a que las playas constitucionalmente han sido declaradas como espacios públicos, y su regulación está bajo la competencia de los gobiernos autónomos descentralizados, de acuerdo a testimonios recogidos por Lager en su trabajo, los vendedores o los conocidos “parasoleros” fueron despojados de estas zonas para ejercer su actividad, siendo los dueños de las casas apostadas frente al mar, quienes han prohibido el ejercicio de sus actividades laborales. Como consecuencia de ello, la playa de Olón, que abarca cuatro kilómetros, se reduce a 400 metros para el desarrollo de sus actividades.

 

Asimismo, la revalorización de ciertos sectores en Olón ha ido en aumento. Las áreas gentrificadas son espacios exclusivos para los residentes extranjeros y para quienes tienen un espacio para vacacionar. Estos fueron convirtiéndose en ciudadelas cerradas que ahora ocupan grandes extensiones territoriales. La población nativa solo aparece ahí para llevar a cabo trabajos por los que fueron contratados. El prestigio de estas zonas se refleja en los precios de alquiler y precios de terrenos e inmuebles, lo que es atractivo para los foráneos, más imposible para los lugareños.

 

Finalmente, la autora señala que esta colonialización, como define al fenómeno de esta zona, ha dado paso a la precariedad laboral. Al ya no haber espacios para cultivos, los que han sido reemplazados por urbanizaciones, los lugareños deben emplearse en actividades relacionadas a la construcción, en el caso de los hombres jóvenes y adultos, mientras que el trabajo doméstico, en el caso de las mujeres, durante los fines de semana y temporadas altas. Uno de los testimonios citados en el trabajo indica lo siguiente:

 “Yo voy a cocinar a una casa. Ellos me pagan 20 dólares, o sea, es muy poco porque es cocina y arreglo de casa. No tanto que me alcance [el trabajo], pero por lo menos para mí es algo, porque a veces entre lunes a viernes no hay nada.”

Todo ello llevó a Lager a concluir que la actividad de construcción y urbanización de espacios para residencia de personas foráneas, no contribuyó a una transformación socioeconómica en beneficio de la comunidad, ya que los ingresos obtenidos por ello se concentran en manos de extranjeros o de los dueños de las viviendas. Con ello, concluye que es mandatorio diseñar políticas públicas de manejo y administración, que sean capaces de mantener un equilibrio entre la inversión externa y los recursos colectivos.

El estudio de los movimientos residenciales, visto desde la Antropología, son de gran importancia ya que visibilizan las problemáticas sociales y económicas causadas por la actividad residencial y visitas en la zona costera, contribuyendo al entendimiento de este fenómeno, cuyo estudio es escaso.

 

El trabajo completo puede leerse en: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/136126/1/Investigaciones-Turisticas_26_07.pdf